Por Robert Vargas / vìdeo en proceso
Ciudad Universitaria.- Cuando el policìa matò a balazos al estudiante de medicina Willy Warden Florián Ramírez, no pudo contener la emociòn y se jactò de su hazaña.
Quizo reclamar para èl la “gloria” del asesinato de aquel estudiante de la Universidad Autònoma de Santo Domingo que protestaba contra el paquete fiscal que momentos antes había aprobado el Congreso Nacional.
Al igual que otros periodistas, uno de ellos de Reuter y mi amigo Genris García, de Vigilante Informativo, estabamos allì.
Genris y el periodista de Reuter hacìan fotos desde cierta distancia usando potentes telefotos.
Yo lleguè al lugar por casualidad. No andaba trabajando, por eso no llevè càmaras con zoom potentes. Eso sì, llevaba conmigo mi fiel camarita de video pequeñita, que casi parece un celular.
Para grabar las escenas tenìa que meterme dentro de los incidentes.No podìa hacerlo a distancia. El zoom de este modelo de cámaras no es bueno.
Eso me daba la ventaja de que podìa respirar con los policìas el mismo aire que ellos respiraban, escucharlos jadear y sentir sus emociones.
Ciudad Universitaria.- Cuando el policìa matò a balazos al estudiante de medicina Willy Warden Florián Ramírez, no pudo contener la emociòn y se jactò de su hazaña.
Quizo reclamar para èl la “gloria” del asesinato de aquel estudiante de la Universidad Autònoma de Santo Domingo que protestaba contra el paquete fiscal que momentos antes había aprobado el Congreso Nacional.
Al igual que otros periodistas, uno de ellos de Reuter y mi amigo Genris García, de Vigilante Informativo, estabamos allì.
Genris y el periodista de Reuter hacìan fotos desde cierta distancia usando potentes telefotos.
Yo lleguè al lugar por casualidad. No andaba trabajando, por eso no llevè càmaras con zoom potentes. Eso sì, llevaba conmigo mi fiel camarita de video pequeñita, que casi parece un celular.
Para grabar las escenas tenìa que meterme dentro de los incidentes.No podìa hacerlo a distancia. El zoom de este modelo de cámaras no es bueno.
Eso me daba la ventaja de que podìa respirar con los policìas el mismo aire que ellos respiraban, escucharlos jadear y sentir sus emociones.
Otro de los policìas que disparò su pistola hacia ellugar donde cayò mortalmente herido el estudiante de la UASD.
Por eso estuve cerca cuando aquel policìa, bastante jóven, que estaba vestido de gris, se colocò un pasamontaña del que solo se podìan ver sus ojos.
El policìa estaba entusiasmado y altamente excitado. Le molestaba la reacción de sus demàs compañeros, quienes no se animaban a usar sus pistolas.
Sobre todo, reclamó acción armada cuando, supuestamente, vio allà, a lo lejos, a un manifestate en supuesta posesiòn de un arma. Yo estaba a su lado y no la vi. Quizàs porque mi vista ya no es “20-20″.
En poco tiempo obtuvo la colaboración de un segundo agente de Policìa que, sin ningùn miramiento, ante la presencia y complacencia de sus superiores, sacaron sus respectivas pistolas y corrieron de frente hacia la multitud de estudiantes.
Cuando lo hacìan, disparaban sus pistolas en forma horizontal.
Uno de ellos reaccionò claramente emocionado cuando hirió en un pie a uno de los manifestantes. De lejos el creyò ver que fue en un pie porque le vio cojear.
Minutos más tarde, en una nueva ofensiva, pistolas en manos, uno de los policìas gritò, màs o menos:
-”¡Renzo, le di en la cabeza a uno, coño!”.
Allà, a lo lejos poco despuès vi como los estudiantes trasladaban a alguien. Desde el lugar en que yo estaba, me era difìcil cruzar para ver el herido puesto que la intensidad de los gases me impedìa respirar.
Poco despuès me enterè de que un estudiante habìa caido. En principio se dijo que fue de un balazo. La Policìa dijo en la noche que se tratò de dos balazos.
Esto no se puede descartar puesto que los policìas disparaban repetidas veces hacia un mismo lugar.
Minutos antes de que ocurriera la tragedia se percibìa que la muerte estaba rondando el lugar, sobre todo cuando los muchachos que le tiraban piedras a la Policìa, acorralaron a estos y los obligaron a retirarse decenas de metros de la esquina de las avenidas Josè Contreras y Alma Mater.
Ciudad Oriental escuchò a un comandante policial reclamar que les enviaran municiones puesto que las que tenìan se les agotaban.
Fue despuès de este pedido y ya sin bombas lacrimògenes que entre dos y tres policìas, con el beneplàcito de sus superiores en ellugar, sacaron sus pistolas y dispararon en forma indiscriminada haciendo gala de un uso excesivo de la fuerza y matando a un estudiante.
El que se colocò el pasamontaña, sin ser de las fuerzas especiales, y el que recogìa casquillos sabìan lo que hacìan.
Obseven el vìdeo a continuaciòn para que se hagan una idea màs aproximada de còmo ocurrieron los hechos.
El policìa estaba entusiasmado y altamente excitado. Le molestaba la reacción de sus demàs compañeros, quienes no se animaban a usar sus pistolas.
Sobre todo, reclamó acción armada cuando, supuestamente, vio allà, a lo lejos, a un manifestate en supuesta posesiòn de un arma. Yo estaba a su lado y no la vi. Quizàs porque mi vista ya no es “20-20″.
En poco tiempo obtuvo la colaboración de un segundo agente de Policìa que, sin ningùn miramiento, ante la presencia y complacencia de sus superiores, sacaron sus respectivas pistolas y corrieron de frente hacia la multitud de estudiantes.
Cuando lo hacìan, disparaban sus pistolas en forma horizontal.
Uno de ellos reaccionò claramente emocionado cuando hirió en un pie a uno de los manifestantes. De lejos el creyò ver que fue en un pie porque le vio cojear.
Minutos más tarde, en una nueva ofensiva, pistolas en manos, uno de los policìas gritò, màs o menos:
-”¡Renzo, le di en la cabeza a uno, coño!”.
Allà, a lo lejos poco despuès vi como los estudiantes trasladaban a alguien. Desde el lugar en que yo estaba, me era difìcil cruzar para ver el herido puesto que la intensidad de los gases me impedìa respirar.
Poco despuès me enterè de que un estudiante habìa caido. En principio se dijo que fue de un balazo. La Policìa dijo en la noche que se tratò de dos balazos.
Esto no se puede descartar puesto que los policìas disparaban repetidas veces hacia un mismo lugar.
Minutos antes de que ocurriera la tragedia se percibìa que la muerte estaba rondando el lugar, sobre todo cuando los muchachos que le tiraban piedras a la Policìa, acorralaron a estos y los obligaron a retirarse decenas de metros de la esquina de las avenidas Josè Contreras y Alma Mater.
Ciudad Oriental escuchò a un comandante policial reclamar que les enviaran municiones puesto que las que tenìan se les agotaban.
Fue despuès de este pedido y ya sin bombas lacrimògenes que entre dos y tres policìas, con el beneplàcito de sus superiores en ellugar, sacaron sus pistolas y dispararon en forma indiscriminada haciendo gala de un uso excesivo de la fuerza y matando a un estudiante.
El que se colocò el pasamontaña, sin ser de las fuerzas especiales, y el que recogìa casquillos sabìan lo que hacìan.
Obseven el vìdeo a continuaciòn para que se hagan una idea màs aproximada de còmo ocurrieron los hechos.
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